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Título de Lost Eden

Año:

1995

Compositor:

Stéphane Picq

MIDI/Digital:

Digital

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LOST EDEN: BANDA SONORA

15 - 09 - 2015

Icono Personas y Copañías Stéphane Picq
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Cryo Interactive fue una compañía irregular, capaz de lo mejor y de lo peor; con la misma naturalidad con que sacaban al mercado un buen juego, lanzaban al mes siguiente un engendro injugable y lleno de bugs. Lo que no se les puede negar es la intachable calidad audiovisual que solían tener sus productos, y Lost Eden no es una excepción.

En efecto, Cryo tenía la inmensa suerte de contar en su plantilla con algunos grandes talentos, tanto grafistas como compositores, que normalmente daban sopas con honda a sus compañeros diseñadores, haciendo que en sus juegos las partes fueran más que la suma de ellas.

Uno de estos talentos era Stéphane Picq, que ya había demostrado su buen hacer y versatilidad en juegos como Dune y Megarace, pero aún estaba lejos de mostrar todo su potencial. Habría que esperar a 1995 para ver lo alto que Picq podía llegar a volar, cuando Lost Eden le ofreció la oportunidad de apartarse de la música MIDI y trabajar con samples e instrumentos reales, y le brindó una historia llena de naturaleza, primitivismo y misticismo, que representaba un marco incomparable donde desarrollar sus puntos fuertes como compositor.

Así apareció su mejor banda sonora hasta la fecha, original, valiente y tremendamente evocadora.

El juego

Lost Eden nos habla de un tiempo remoto, en el que humanos y dinosaurios compartían nuestro mundo, pero donde la armonía que una vez reinó entre ambas especies ha desaparecido. En el pasado, grandes ciudadelas fueron erigidas por hombres y animales, para proteger a ambos de la amenaza de Moorkus Rex y su ejército de tiranosaurios. Sin embargo, el reinado de un humano demente, que masacró a hombres y dinosaurios por igual, acabó con la confianza entre ambos. Las ciudadelas cayeron, y el secreto para volver a construirlas desapareció en las brumas del tiempo. Ahora, hombres y dinosaurios afrontan su destino en solitario, a medida que las tropas de Moorkus Rex avanzan arrasando todo a su paso…

El juego se desarrolla como una aventura clásica, donde el uso de objetos y la interacción con diferentes personajes son la clave para que la historia avance. En conjunto es un ejemplo perfecto de lo que Cryo solía ofrecer: un producto imperfecto, lastrado por malas decisiones de diseño, que aparenta ser más de lo que es gracias a la belleza de su apartado audiovisual y a la originalidad de su planteamiento. El jugador ha pagado por un juego excesivamente fácil, repetitivo y de corta duración, pero la sensación que queda una vez finalizado no es amarga, sino agridulce, pues mentalmente es difícil separar lo sugerente de su historia, la belleza de sus imágenes y su banda sonora, de la mecánica de juego en sí.

Escuchando Lost Eden

Lost Eden muestra como incluso dentro de un estilo muy marcado, como es el de Stéphane Picq, se puede ser versátil y original. Los que hayan escuchado la banda sonora de Dune encontrarán los suficientes puntos en común como para reconocer al autor, pero también un enorme espacio virgen; un espacio donde Picq utiliza, como pez en el agua, una nueva paleta de sonidos para dibujar el mundo de Lost Eden. Gran parte de la novedad se encuentra en la posibilidad de utilizar sonido digital en vez del MIDI empleado en Dune, es cierto. Pero también lo es que el marco en el que se desarrolla el juego parece estar hecho a la medida del compositor: su querencia por los sonidos ambientales y la creación de atmósferas sonoras, por los sonidos primitivos y el misticismo se encuentra plenamente justificada en el mundo tribal y mágico del juego. Era una oportunidad que el compositor no podía dejar escapar…

¿Qué nos ofrece, por tanto, el autor? Instrumentos étnicos de todo tipo, sonidos ambientales, voces masculinas y femeninas y un maravilloso uso de la percusión, con varias capas superpuestas que, lejos de utilizarse únicamente como base rítmica, tiene a veces tanta importancia o más que la propia melodía.

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Es verdad que los temas tienen una construcción sencilla, con poco desarrollo, y aunque las melodías son muy hermosas, también son sencillas y repetitivas. Esto puede hacer que no sea una banda sonora para todos los gustos, sobre todo si no se consigue entrar en la atmósfera que plantea el compositor. En mi humilde opinión, la variedad de sonidos y matices compensan la repetición, y lo variado de las piezas, que van desde lo meramente ambiental hasta los ritmos más adrenalíticos, pasando por melodías de gran belleza, hacen que Lost Eden sea una banda sonora que puede escucharse durante largo tiempo antes de llegar a cansar. Esto, por supuesto, es cuestión de gustos…

Si hay un defecto importante en esta obra es la calidad de algunos samples, especialmente las voces que pueblan muchos de los temas. Por desgracia, si se quiere que el mismo sampleado de voz valga para un agudo y para un grave hay que deformar el sonido, y en algunos temas la deformación es excesiva, llegando casi a lo cómico. Lost Eden se hubiera beneficiado enormemente de unos valores de producción más altos, que hubieran permitido la utilización de cantantes reales. Nada nuevo bajo el sol, ya que la falta de medios era el pan nuestro de cada día en las bandas sonoras para videojuegos hasta finales de los años 90. ¡Qué se le va a hacer!

Dentro del juego la música no se limita a acompañar las imágenes, sino que aporta a la ambientación tanto o más que éstas. Es variada y se adapta perfectamente a lo que acontece en la pantalla, aportando misterio, lirismo o épica, según corresponda. Incluso en los momentos más pausados, cuando nada está sucediendo, la música se muestra capaz de mantener la atención del jugador y aliviar la monotonía que los defectos del propio juego puedan provocar. Poco más se le puede pedir a una banda sonora y, sin embargo, no es el juego el lugar más apropiado para disfrutar de la obra de Stéphane Picq, ya que muchos de los temas han sido recortados o troceados y repartidos por el juego en pequeños fragmentos que se repiten en bucle, robándoles gran parte de la fuerza que tienen al escucharlos en su integridad.

Por fortuna, se editó una versión discográfica de la banda sonora de Lost Eden, donde no sólo se han recogido las piezas musicales en su integridad, sino que han sido retocadas para una mejor audición fuera del juego. Se han añadido introducciones y finales a los temas, sonidos ambiente que enlazan unos con otros y samples que no estaban presentes durante el juego y que mejoran mucho algunos temas. Este es uno de los pocos casos en los que una banda sonora no sólo merece una escucha aislada, sino que, de hecho, es mucho más disfrutable de esta manera.

En definitiva, Lost Eden no sólo es capaz de tener una personalidad propia, marcando distancias con los trabajos anteriores de Stéphane Picq, sino que también es capaz de ofrecer temas muy diferentes en matices y sonido, sin renunciar por ello a un estilo general coherente.

Temas destacados

Citadel of Knowledge supone un magnífico comienzo tanto para el álbum como para el juego en sí. Una larga introducción de música y sonido ambiental nos va metiendo poco a poco en el mundo ancestral de Lost Eden. Entonces comienzan los ritmos y melodías marca de la casa, que varían en apenas unos segundos desde lo mágico a lo amenazante, fundiéndose de manera perfecta con las imágenes de la intro. En unos pocos minutos el compositor ha conseguido llevarnos a su terreno, un resumen perfecto de lo que podemos esperar en el resto de esta banda sonora.

Castra´s Harmonic Song y Elemental son los temas menos apropiados para una escucha aislada. Cumplen su función en el juego creando un ambiente misterioso, pero fuera de él, con su falta de melodía y tono enrarecido, son escasamente disfrutables si no le has chupado antes el lomo a un sapo.

Thaa´s Secret es todo un ejemplo de cómo crear un paisaje oscuro y misterioso sin por ello renunciar a la melodía. Como curiosidad decir que, al igual que en el resto de temas, Picq utiliza todos los sonidos y herramientas imaginables para darle personalidad a su obra. En esta pieza pueden oírse voces del teatro tradicional chino, una guimbarda o arpa de boca, una cantante de ópera de los años 40… ¡muchos de ellos grabados directamente de un televisor!

The Quest es, sin duda, uno de los puntos álgidos de esta banda sonora, y uno de los más maltratados en el juego, donde es utilizado como “música de viaje”, siempre en pequeños fragmentos. Escucharlo en su integridad en la edición discográfica es una experiencia completamente distinta, pues es un tema que crece, pasando del tono curioso y contemplativo de lo que puede ser el inicio de un viaje, a la épica de una gran aventura, todo ello en apenas un minuto, algo que nunca llega a apreciarse dentro del juego. Contiene una de las melodías más trabajadas y un desarrollo más clásico, que lo hacen tremendamente disfrutable.

Velociraptor Ride es el ejemplo perfecto de tema centrado en el ritmo y la percusión, por encima de la melodía, mientras que Amazonia y The Magnificents lo son del sonido único que consigue el compositor cuando trata con lo étnico y lo místico. Por desgracia, este último, junto con el bello Lost Eden Theme, son también un ejemplo de la falta de medios que, como se ha comentado, se aprecia especialmente en los sampleados de voz.

Fragmentos de The Quest son utilizados a lo largo del juego como "música de viaje".

Conclusión y puntuación

Uno de los mejores trabajos del compositor, si no el mejor. Una excelente banda sonora, bella y original, muy disfrutable tanto dentro como fuera del juego.


Arturo López


PUNTUACIÓN

4 Estrellas

Lo mejor: Se aparta de lo habitual y ofrece una experiencia diferente, única. La variedad y la riqueza de matices, dentro de un estilo muy marcado.

Lo peor: Los escasos valores de producción. Algún tema excesivamente ambiental, no apto para abstemios.